Los católicos nos adherimos a la postura de nuestra Santa Iglesia y oramos por la paz en todo momento. Sin embargo, esto no nos exonera de conocer nuestra historia y comprender por qué no se exacerba la división tomando bandos en una guerra.
En tiempos de guerra, es fácil señalar con el dedo y echar culpas. No sorprende la razón por la que muchos [sobre todo políticos] se han puesto automáticamente de acuerdo para respaldar a Israel. No deja de tener sentido, ya que Hamas no solo le está declarando la guerra a Israel, sino a toda la cultura occidental, de raíces judeo-cristianas. Sin embargo y por más que sea muy polémico, tenemos que tener clara la historia como católicos sin dejar de rechazar la violencia de ambos lados.
Empecemos por derribar uno de los mitos que quieren implantar aquellos que apoyan a Hamas y que dicen que Palestina fue el hogar de Cristo. La Palestina de tiempos de Jesucristo nada tiene que ver con la actual. Esta región fue llamada Palestina en el año 135 después de Cristo por el emperador romano Adriano. Los egipcios la llamaron Canaán y los hebreos Israel. No había musulmanes en tiempos de Jesús por el simple hecho de que Mahoma nació en abril de 570. En aquel entonces estaba gobernada por el Imperio Romano. Nunca fue un reino independiente y siempre dependió de un reino o imperio mayor.
El dictador venezolano Nicolás Maduro no solo dijo que Jesús fue Palestino, sino que además afirmó que este fue crucificado por el Imperio Español y que se rebeló contra la dominación del Imperio Romano – dijo que Jesucristo fue el primer antimperialista. Asimismo, dijo que es un espíritu palestino (lo que sea que eso signifique). Por supuesto, terminó diciendo que hacía un llamado a que se cumplan las disposiciones de las Naciones Unidas.
El P. Juan Manuel Góngora escribió en X: “Los sesudos análisis que vemos estos días en las redes sociales omiten una clave fundamental para entender qué sucede en Tierra Santa: La élite del pueblo de Israel rechazó su horizonte de sentido y las posteriores contingencias históricas ofrecen buena cuenta de ello. Al igual que todos aquellos que a lo largo de los siglos pasados, presentes y venideros han dado y den la espalda a la Verdad por obcecarse neciamente en vías destinadas al fracaso”.
Continuó adjuntando una imagen del Evangelio del Domingo: “Si alguien tiene alguna duda que lea el Evangelio de este pasado domingo, ya que no hay nada más actual y que nos sirva de humilde advertencia para todos, porque «el que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama»”, escribió.
El Padre Carlos Rosell habla sin titubeos de esto en este minuto extraído de su homilía del domingo:
En buen cristiano: tanto judíos como musulmanes niegan a Nuestro Señor Jesucristo como el Camino, la Verdad y la Vida y por eso están en guerra. Es su rechazo a Dios mismo lo que los lleva a esta desgracia, a la violencia y a perecer. Si ambos se convirtieran al catolicismo ¿habría guerra? No, porque todos abrazarían la Cruz como Verdad Única. Es eso. Elegir uno de los dos bandos implicaría avalar el rechazo a Cristo, sea por elegir el judaísmo o por elegir el Islam.
¿Qué nos corresponde como católicos? Informar con la verdad, rezar por la conversión del mundo entero a la Santa Iglesia Católica, orar por el fin de la guerra y no promover el odio a los civiles inocentes.
Como si hiciera alguna diferencia, las Naciones Unidas publicaron un tuit condenando la guerra y pidiendo por paz. Claro que esto cae en letra muerta si dicen esto pero en su actuar cotidiano, buscan un totalitarismo globalista que imponga el aborto, el ecologismo como religión y suprima la soberanía de las naciones.
Hace algunos meses informamos sobre la masacre de cristianos en Nigeria, los ataques a cristianos en Pakistán, el ataque a misioneras cristianas en Israel acosadas por niños y adultos judíos, la persecución a los católicos en Nicaragua, o sin ir muy lejos, el ataque a católicos en Canadá o la destrucción de iglesias católicas aquí en los Estados Unidos. Ninguno de estos hechos fueron condenados por la ONU, porque no es que sean pro Israel o Palestina, son simplemente anticristianos.
Así que unámonos al Santo Padre en oración por la paz y especialmente por que todo el mundo abrace la Cruz de Cristo como la única manera de alcanzar la salvación. Ni con Sión ni con el sarraceno, estamos con Cristo, el nazareno. ¡Viva Cristo Rey!
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Foto: edgar-henriquez-lc/unsplash